Una jornada cargada de emoción
Desde el primer momento, la energía se sintió en el aire. Durante el briefing inicial, donde se explicaron las reglas y se revelaron las categorías, la tensión era palpable: caras de concentración, miradas cómplices entre compañeros, nervios por lo que estaba por venir.
Pero en cuanto empezó el desarrollo, todo cambió.
Programar es el terreno natural de nuestros alumnos, y se notó. Cada equipo se sumergió en su mundo creativo, modelando ideas, diseñando mecánicas, y disfrutando de lo que mejor saben hacer: dar vida a sus ideas a través del código.
Eso sí… cuando el reloj empezó a marcar la última media hora, volvió la adrenalina.
La tensión se podía cortar con cuchillo. Era el momento de pulir detalles, corregir errores, ajustar diseños y… exportar el juego final. Un verdadero reto contra el tiempo que puso a prueba su coordinación, su paciencia y su pasión.